La
propuesta consiste en la composición de una columna de base triangular,
realizada en acero de 20m de altura y un muro de hormigón de 30m de extensión y
2m de altura. En el encuentro de ambos elementos, se ubican gradas de acceso a
la torre, y un soporte para una llama permanente. En las caras de la torre se
han retirado 45 piezas rectangulares que permiten el paso de la luz y producen
sonido por el paso de viento a través de ellas. En dichas placas se escriben
los nombres de las víctimas y se reinstalan en el muro, junto a un texto con el
relato de la tragedia y letras recortadas que permiten la visión del paisaje.
La
monumentalidad de la obra, su visibilidad desde el entorno, la conformación de
un hito, a la vez que acoge en su horizontalidad y extensión, un lugar para
eventos masivos. Las placas recortadas de la columna y colocadas en el muro con
los nombres de las víctimas, son un gesto intimista y cercano, cuya metáfora y
poesía dan cuenta de la presencia de las ausencias.